¿Y si las palabras dolieran?
- 27 de abril de 2020
- Publicado por: Víctor Segarra
- Categoría: BLOG
“Las palabras son, por supuesto, la droga más poderosa usada por la especie humana”
Rudyard Kipling (1923)
No todos los estímulos nocivos idénticos se perciben de la misma manera, ni tan dolorosos ni tan desagradables. Sabemos que varios factores modulan la percepción de estímulos nocivos físicamente idénticos, como por ejemplo la atención, el aprendizaje, las expectativas, las emociones o el contexto social entre otros [1,2].
En estudios recientes, se ha demostrado que las palabras pueden aumentar la percepción de estímulos dolorosos administrados poco después de las señales verbales [3]. Además, los pacientes sienten más dolor e incomodidad en respuesta a un tratamiento cuando la explicación anterior al tratamiento está presente el dolor que va a percibir ese paciente [4, 5, 6], el hecho de que exista este impacto de las palabras sobre el dolor posterior podría explicarse mediante la Teoría del Primado Motivacional (“Motivational Priming Theory”), para saber lo que es esta teoría y la de redes neuronales pulsa el titulo de cada una de ellas [7].
Por otro lado, la Teoría de las redes Neuronales (Theory of Neural Networks – TNN) predeciría que las palabras relacionadas con el dolor también podrían activar directamente las redes neuronales que constituyen la experiencia del dolor. Para probar si el procesamiento de la entrada nociva en el cerebro podría modularse de manera diferencial por diferentes tipos de primados verbales, Ritter et al., 2019 [8] realizaron un experimento con imagen de resonancia magnética funcional (RMf) en el que los sujetos fueron expuestos a estímulos eléctricos dolorosos precedidos por tres tipos de palabras: palabras relacionadas con dolor, palabras negativas y neutrales no relacionadas con el dolor.
En la siguiente figura se representa la secuencia de la investigación. (Figura 1a).
En este estudio los sujetos recibían, en una pantalla integrada dentro del escáner de resonancia magnética, una palabra neutra, negativa o relacionada con el dolor (estímulo “primado”) acto seguido recibía un estímulo doloroso de 0,3s, había una fase de espera de 3s y después se pedía al sujeto que puntuara en la escala numérica EVA (de 0 a 10) cuánto le ha dolido.
Los estímulos nocivos (dolorosos) precedidos por palabras relacionadas con el dolor y aquellas palabras negativas indujeron una activación cerebral más fuerte que las palabras neutrales en la corteza cingulada anterior y la corteza prefrontal dorsolateral, entre otros (Figura 2).
Los estímulos dolorosos tras palabras relacionadas con el dolor indicaron una activación más fuerte en la corteza somatosensorial secundaria (SII), corteza motora primaria (MI), putamen, núcleo caudado, tálamo, sustancia gris periacueductal y precuneus en comparación a la aplicación de estímulos dolorosos después de palabras negativas.
Pero, ¿qué explicación podemos darle a estos resultados? ¿seguiríamos pensando en la teoría del primado motivacional o en la teoría de las redes neuronales?
En los datos recogidos en el estudio de Ritter et al., 2019 [8] la sensación de dolor y las palabras negativas aumentan la intensidad del dolor del estímulo comparado con palabras neutras con un estímulo doloroso idéntico. Esta afirmación podría ser explicada por la teoría del primado motivacional.
Pero, en relación a la Teoría de las redes neuronales, las palabras relacionadas con dolor incrementaron la intensidad del dolor en comparación a las palabras negativas sin relación con el dolor y encontraron activaciones cerebrales más fuertes en el córtex somatosensorial (área somatosensorial secundaria y la corteza somatosensorial asociativa) y corteza motora (área motora primaria y córtex premotor).
Además, la activación de las áreas cerebrales relacionadas con el cuerpo como el área somatosensorial secundaria y la corteza somatosensorial asociativa indica que las señales verbales relacionadas con el dolor no necesariamente tienen que estar relacionadas con el cuerpo, se han observado también efectos similares durante el procesamiento de verbos como cantar o lanzar no solo activaba las redes de memoria semántica sino que simultáneamente representaba la boca o el brazo en la corteza motora primaria, área somatosensorial y área somatosensorial asociativa, lo que indicaba que el lenguaje podría ser somatizado a nivel cortical y estar relacionado con la Teoría de las redes neuronales [9, 10].
Por otro lado, las palabras con significado de dolor en comparación con palabras no dolorosas con connotación negativa también activaban áreas cerebrales relevantes para las actividades motoras relacionadas con las expresiones faciales y respuestas de retirada [11].
Por lo tanto, parece ser que los resultados de la RMf reveló patrones de activación cerebral que podrían ser explicadas por ambas teorías, la teoría del primado motivacional y la teoría de redes neuronales.
Y…, ¿entonces qué puedo hacer con mis pacientes?
Acabamos de ver que los adjetivos negativos relacionados con el dolor en comparación con los adjetivos negativos neutros o no relacionados con el dolor, aumentan la intensidad del dolor e inducen la activación cerebral en áreas específicas del cerebro en respuesta a estímulos nocivos.
A nivel práctico, el aumento del dolor y la incomodidad a la hora de tratar/readaptar una persona puede, por lo tanto, ser una consecuencia de conceptos relacionados con el dolor condicionado verbalmente.
Las palabras que utilizamos pueden tener un impacto significativo en el resultado clínico, sabemos que las palabras contienen la capacidad de ayudar en la curación y perjudicar en la lesión, pueden generar emociones buenas o malas, por ello es de suma importancia saber adaptar el lenguaje en el contexto que nos encontramos con cada persona que tenemos delante.
La creciente evidencia de la investigación indica que los factores psicológicos son predictores más efectivos de los niveles de dolor y discapacidad que los factores patoanatómicos, por lo que es irónico seguir centrándose únicamente en este último, ¿verdad?, de este modo sin querer podríamos estar aumentando el dolor a todas las personas que tenemos delante [12].
Un buen artículo que nos explica algunas consideraciones a tener en cuenta cuando hablamos con el paciente es el de Michael Stewart y Stephen Loftus [13] y cómo cambiar algunas frases/palabras por otras alternativas, que puedes ver en la siguiente tabla:
Por todo ello, y a modo de conclusión, podemos decir que ahora sabemos que las palabras relacionadas con dolor antes de un tratamiento podría hacer que el tratamiento le duela más de lo esperado, es decir, si a mi paciente antes de hacer tratamiento o readaptación le digo que lo que vamos a hacer le va a doler probablamente le duela, puesto que estamos predisponiendo a ello y muchas veces no nos interesa exacerbar e incluso perpetuar ese dolor.
Por otro lado, sabemos que las palabras también tienen un rol en la interpretación de la lesión y en el “catastrofismo” de esa persona, cosa que deberíamos evitar lo máximo posible, intentando “quitar leña al fuego” y adaptar nuestro lenguaje no solo durante el tratamiento /readaptación sino también durante el día a día.
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REFERENCIAS
1.- Flor, H. (2012). New developments in the understanding and management of persistent pain. Current Opinion in Psychiatry, 25, 109–113. https ://doi.org/10.1097/YCO.0b013 e3283 503510
2.- Klossika, I., Flor, H., Kamping, S., Bleichhardt, G., Trautmann, N., Treede, R. D., et al (2006). Emotional modulation of pain: A clinical perspective. Pain, 124, 264–268. https ://doi.org/10.1016/j. pain.2006.08.007
3.- Richter, M., Schroeter, C., Puensch, T., Straube, T., Hecht, H., Ritter, A., Weiss, T., et al (2014). Pain‐related and negative semantic priming enhances perceived pain intensity. Pain Research and Management, 19, 69–74. https ://doi.org/10.1155/2014/425321
4.- Dutt‐Gupta, J., Bown, T., & Cyna, A. M. (2007). Effect of communication on pain during intravenous cannulation: A randomized controlled trial. British Journal of Anaesthesia, 99, 871–875. https ://doi. org/10.1093/bja/aem308
5.- Ott, J., Aust, S., Nouri, K., & Promberger, R. (2012). An everyday phrase may harm your patients the influence of negative words on pain during venous blood sampling. Clinical Journal of Pain, 28, 324–328. https ://doi.org/10.1097/AJP.0b013 e3182 321cc3
6.- Wang, F., Shen, X., Xu, S., Liu, Y., Ma, L., Zhao, Q., … Li, X. (2008). Negative words on surgical wards result in therapeutic failure of patient‐controlled analgesia and further release of cortisol after abdominal surgeries. Minerva Anestesiologica, 74, 353–365.
7.- Lang, P. J. (1995). The emotion probe: Studies of motivation and attention. American Psychologist, 50, 372–385. https ://doi.org/10.1037/0003-066X.50.5.372
8.- Ritter A, Franz M, Miltner HRM, Weiss T. How words impact on pain. Brain and behavior. 2019:00:e01377.
9.- Pulvermüller, F., & Fadiga, L. (2010). Active perception: Sensorimotor circuits as a cortical basis for language. Nature Reviews Neuroscience, 11, 351–360. https ://doi.org/10.1038/nrn2811
10.- Pulvermuller, F. (2013). How neurons make meaning: Brain mechanisms for embodied and abstract‐symbolic semantics. Trends in Cognitive Sciences, 17, 458–470. https ://doi.org/10.1016/j.tics.2013.06.004
11.- Moseley, R., Carota, F., Hauk, O., Mohr, B., & Pulvermuller, F. (2012). A role for the motor system in binding abstract emotional meaning. Cerebral Cortex, 22, 1634–1647. https ://doi.org/10.1093/cerco r/bhr238
12.- Chester R, Jerosch-Herold C, Lewis J, Shepstone L. (2018)Psychological factors are associated with the outcome of physiotherapy for people with shoulder pain: a multicentre longitudinal cohort study. Br J Sports Med. 52:269-275. https://doi. org/10.1136/bjsports-2016-096084 .
13.- Stewart M., Loftus S. (2018) Sticks and stones: the impact of language in musculoskeletal rehabilitation. J Orthop Sports Phys Ther. 48(7):519-522. doi:10.2519/jospt.2018.0610
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